19 Octubre 2017

¿Quieres vivir eternamente o quieres vivir en la eternidad?

El que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de mí, la hallará. Mateo 10:39

Todo el que procure salvar su vida, la perderá; y todo el que la pierda, la salvará. Lucas 17:33

El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará. Juan 12:25

Nuestra vida es importante para nosotros porque… pues es nuestra. Tenemos la idea de que por ser nuestra podemos hacer con ella lo que queramos, y no estaríamos tan errados si no fuera porque hemos perdido completamente el sentido de ella.

Creemos que la vida es para disfrutarla, para ser feliz, para encontrarse a uno mismo. Sentimos que la vida debe vivirse al máximo de manera subjetiva, es decir, cada quien debe hacer lo que lo haga feliz. Podemos incluso tomar la opción de buscar la felicidad en otros, en ayudarlos, en tenerlos cerca. Son cosas que son de buen ver a nuestro corazón, sin embargo, una y otra vez, y en la vida de todos aquellos que han decido estos caminos, encontramos que siempre falta algo. Solemos vivir vidas egocéntricas, aún ayudamos a otros para sentirnos bien en nuestro interior. Si algo no es conforme a nuestra opinión o juicio, es algo malo, si algo me dice que estoy mal, es algo aún peor. quiero crecer, pero quiero crecer a mi ritmo y hacia donde yo quiero. Ya tengo metas, y si algo me impide obtenerlas, me frustro o me enojo, me deprimo. Vivimos con verdades relativas y subjetivas, sin acordarnos de una verdad absoluta «la verdad permanece verdad aunque nadie la crea».

Sin embargo, la Biblia me enseña una verdad diferente. Si yo quiero vivir para mí, entonces moriré y perderé esa vida que estoy empeñado en cuidar y sacar adelante. Si, en cambio, decido perderla, desecharla por una vida mejor, entonces tendré una recompensa eterna. La cosa es así: si yo decido vivir en esta vida para mí, aquí tendré mi recompensa, y en la eternidad sólo me queda el castigo de mi pecado; en cambio, si decido vivir de acuerdo a los lineamientos bíblicos y cristo-céntricamente, mi vida aquí será un desperdicio (en los estándares del mismo mundo), pero obtendré la vida eterna que el Padre ofrece a sus hijos obedientes.

Seguir a Cristo debe provocar que yo muera a mí mismo, e incluso puede provocar que me maten por ello. Seguir a Cristo debe hacer que yo desprecie lo que el mundo me ofrece, porque he encontrado algo mejor. Perder mi vida por Cristo me hace digno ante el Padre de recibir vida en Cristo. Desechar mi vida terrenal me hará tener una vida eterna.

Nuestra esperanza no es tener una mejor vida ahora, sino tener vida eterna cuando estemos en su presencia. Cualquiera que te diga otra cosa, te engaña, o no ha entendido lo que la vida significa en realidad. Vivimos una vida prestada, no propia, y nos van a pedir cuenta de lo que hacemos con ella.

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