11 Enero 2017

Por lo cual dice: Despiértate, tú que duermes, Y levántate de los muertos, Y te alumbrará Cristo. Efesios 5:14

Hace muchos años, leí un pequeño libro/tratado evangelístico llamado “¿Por qué no hay avivamiento?”. Hoy en día, la iglesia, y el mundo, siguen haciéndose la misma pregunta: ¿por qué no hay avivamiento?

Yo he querido desde entonces ser parte de ese avivamiento, pero Iglesia, entiende esto: el avivamiento no es en la Iglesia ni por arte de magia, sino en cada uno de nosotros a través de una vida de fe y obediencia, y amor por Dios y su Palabra.

No ha habido avivamiento porque la Iglesia es desidiosa; no ha habido avivamiento porque la Iglesia no quiere comprometerse con Dios; no ha habido avivamiento porque la Iglesia no quiere obedecer la Palabra en su totalidad; no ha habido avivamiento porque la Iglesia se ha dejado seducir por doctrinas plagadas de hedonismo y humanismo; no ha habido avivamiento porque hemos cambiado al Señor por nuestros ídolos del Señor; no ha habido avivamiento porque en nuestra prioridad no está Dios; no ha habido avivamiento porque no queremos vivir por fe; no ha habido avivamiento porque somos flojos para estudiar; no ha habido avivamiento porque hemos permitido a falsos maestros y profetas que tomen el control de la Iglesia; no ha habido avivamiento porque no hemos salido a predicar el evangelio; no ha habido avivamiento porque somos cobardes; no ha habido avivamiento porque predicamos con imágenes bonitas en redes sociales y no de boca en boca y con la Biblia en la mano; no ha habido avivamiento porque la unidad de la Iglesia se ha perdido; no ha habido avivamiento porque el amor ha dejado de reinar en el corazón de la Iglesia; no ha habido avivamiento porque en el altar de nuestro corazón está cualquier cosa menos Dios; no ha habido avivamiento porque nos hemos puesto por encima de Dios; no ha habido avivamiento porque primero soy yo y después mis hermanos; no ha habido avivamiento porque nos acercamos a Dios sólo cuando tenemos problemas o necesidades; no ha habido avivamiento porque tratamos a Dios como alguien que merece conocernos en lugar de darnos cuenta que él es el Dios del Universo y nosotros criaturas de sus manos; no ha habido avivamiento porque creemos que podemos hacer lo que queramos en lugar de recordar que Dios es un Dios Omnipotente, Omnisciente, Omnipresente delante del que debemos dar cuentas; no ha habido avivamiento porque la Iglesia ha dejado de ser Iglesia para convertirse en un club social.

Queremos que el Señor avive a la iglesia para que cuando la iglesia sea avivada a mí también me toque, queremos que su Espíritu descienda sobre la iglesia para que yo, estando ahí, también reciba ese Espíritu, queremos que la iglesia despierte para que nos levante a nosotros que dormimos… pero así no es. El avivamiento empieza en ti, no en la Iglesia, en tu casa, no en el Templo, en tu obediencia, no en el derramamiento del Espíritu.

La Iglesia está dormida y quiere despertar, pero quiere que otros despierten primero, que otros tomen la iniciativa, que otros sean los avivados y yo ir con la corriente. Nadie quiere ser el que despierte a todos, nadie quiere hacer el sacrificio de orar y leer la Palabra diariamente, nadie quiere vivir cien por ciento de acuerdo a las Escrituras, nadie quiere engarse a sí mismo, tomar su cruz cada día y seguir al Maestro.

Queremos que el avivamiento pase en la Iglesia, no en nosotros. Queremos que el Espíritu se derrame en la Iglesia y que por consecuencia en nosotros también. Queremos que la Iglesia se levante para ser parte de un movimiento que puede cambiar el mundo. Lo que no queremos es despertarnos temprano a orar, lo que no queremos es tener un tiempo diario de estudio de la Palabra, lo que no queremos es obedecer la Escritura, lo que no queremos es dejar de vivir para nuestra carne, lo que no queremos es dejarnos usar por Dios para hacer su voluntad.

La Iglesia quiere un avivamiento, el mundo necesita uno, ¿qué tan dispuesto estás de ser tú el causante de ese avivamiento en tu trabajo, en tu escuela, en tu familia, en tu colonia o barrio? ¿Qué tan dispuesto estás a ser como Cristo para que el mundo le conozca a él y no a ti? ¿Qué tan dispuesta estás a dejarte usar por el Espíritu? ¿Qué tan dispuestos estamos a dejar de ser nosotros para convertirnos en verdaderos hijos de Dios?

Deja un comentario